Paulina Vicencio nació el 7 de mayo de 1949 en Osorno. Su familia se radicó en la ciudad de Los Ángeles. Allí realizó estudios básicos y secundarios, y contrajo matrimonio. El 11 de septiembre de 1973 fue detenida en el hospital de la ciudad, luego llevada en calidad de prisionera al Buen Pastor de Los Ángeles, posteriormente al Estadio Regional de Concepción, de ahí a la isla Quiriquina y de regreso al Buen Pastor de la ciudad Angelina. Después de cinco meses es expulsada del país junto a su familia, y obligada a firmar un documento de “renuncia voluntaria” de tuición, por medio del cual fue separada de sus dos hijas. Exiliada en Argentina y luego en Suecia-país donde vivió casi dieciséis años-, hasta 1987 en que su nombre aparece en una de las listas con que la dictadura militar autorizó el regreso de exiliados. Durante su residencia en Suecia estudió subenfermería y Técnico en Cooperativa y Pedagogía, además de trabajar como intérprete en sueco-español. También volvió a casarse, teniendo un hijo y una hija, actualmente de 31 y 33 años, respectivamente. En junio de 1989 regresó a Chile junto a su familia, radicándose en Concepción, ciudad en la cual escribe este libro.
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Paulina Vicencio nos entrega un relato testimonial profundo y esperanzador, donde el dolor se transforma en palabra para dar luces a quienes vivieron o viven aún el desgarramiento de haber perdido lo que más aman: los hijos y la tierra natal.
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