Mili Rodríguez
Ópera para un naufragio está basada en hechos reales y cuenta una historia de iniciación y de travesía emocional. El Priwall es un velero mítico. Se trata de una nave de otro siglo, un velero alemán que durante el final de la II Guerra Mundial navegó con bandera nazi con todas sus consecuencias. Aún no se conocía la espantosa verdad sobre los campos de exterminio de Hitler y el buque es recibido con cierta simpatía en la España franquista, en Mogador, Buenos Aires y Valparaíso.
El Priwall tiene su propia leyenda y es quizás el verdadero protagonista de esta historia. El hermoso velero convertido en carguero ha cruzado cientos de veces los mares de todo el mundo y el cruce del Atlántico es una de sus mayores proezas. La novela del notable dramaturgo Ramón Griffero cumple con la máxima de Alejandro Dumas: “Prometo llevar a mis lectores de desesperación en desesperación”.
En la nave viajan tres oficiales que no solo se enfrentan a monstruos humanos, sino que viven arriesgadas alucinaciones amorosas. “Poli, Fernando y Frederick son como átomos que se atraen misteriosamente” explica Griffero. Poldi, Leopoldo, es un navegante por naturaleza, Fernando un republicano de polizonte y Frederick lleva una secreta vida gay.
Mientras en Europa la guerra está devastándolo todo, la posición política de estos marinos deja de ser ambigua y se convierte en un rechazo profundo al Tercer Reich. Los brazos en alto no se usan en el velero, un carguero está en una especie de tierra de nadie -de agua de nadie- en el centro del océano que tiene sus propias leyes.
El capitán Edward Wolff, está construido con los materiales de la mejor humanidad, y ese barco contiene su propio destino. Mientras tanto, la estadía en Mogador, las túnicas ondeando con el viento, las mujeres de rostros cubiertos, la música desconocida que evoca al cante jondo, las caravanas de camellos gatillan una vocación, “era la escena de una ópera que Fernando alguna vez tendría que dirigir”.
En el puerto de Buenos Aires, el español se reencuentra con la violencia y con el espíritu de Federico García Lorca: “Si muero, dejad la ventana abierta”. Llegar a Valparaíso, La Perla del Pacífico tendrá un desenlace imprevisible. Como todo en Sinfonía para un naufragio.
Ramón Griffero es Premio de las Artes Escénicas y Audiovisuales de Chile, y Premio Thot, de El Cairo. Ha realizado aportes esenciales y renovadores en los planos estéticos, políticos y teóricos y de gestión cultural a la escena nacional. Entre sus obras destacan “Historia de un galpón abandonado”, “Cinema-Utoppia”, y “99 la morge”, montajes que denunciaron las atrocidades del régimen militar. De su antología de cuentos de 1999, “Soy de la plaza Italia”, se originan las obras de teatro “Las aseadoras de la ópera”, o “Éxtasis o las sendas de la santidad”, estrenada en el Festival mundial de dramaturgia Veroli, Italia. Sus libros están traducidos al inglés, portugués, francés, alemán, gallego, árabe, italiano y polaco. Es uno de los pioneros de la dignificación social y artística de la diversidad sexual (LGTB).